De la reciente visita de José David Cáceres a Cesar Carías para empezar a inventariar los fósiles, decidimos con José sacar una reseña de esa época dorada de los años 40 a 70, inspirados en una esta fotografía que nos facilitó Cesar y una transliteración de lo que lleva la investigación para su tesis sobre la historia de Minas de Oro.
El padre Juan T. Newell y Luis Smith llegaron a Minas de Oro en la década de 1940, ellos formaron parte de la Compañía de Jesús o como se les conoce Jesuitas. Newell fue Jesuita en San Luis Misuri, en cambio Smith fue capellán del ejército estadounidense en Europa durante la II Guerra Mundial. A su llegada al pueblo Minas de Oro ya contaba con La Escuela El Malcotal fundada por Mister Brosious, y la Escuela Evangélica de Minas de Oro, fundada por la misionera Mabell Rowell.
Esa década de los años cuarenta debió ser interesante, justo cuando estaban activos los tres principales benefactores de la educación en Minas de Oro. De la biografía de don Harold Brosious se puede sacar eventos de relaciones cordiales entre ellos; con la Seño Mabel por el hecho que ambos brindaban servicios médicos; con el Padre Newell menciona el gracioso episodio cuando le lleva a presentar a su sobrino Hollis Rutherford a los sacerdotes Jesuitas y la crisis que conllevó que le ofrecieran un cigarrillo cuando había sido la principal condición con que había venido Hollis a Minas de Oro, que dejara de fumar. Había que esperar 40 años para leer el libro y saber el sentido de humor que tenía don Harold.
Lo más valioso de la labor de estos benefactores de nuestra anterior generación, es que hicieron una especie de competencia positiva por hacer el bien a la juventud en la formación moral, cultural, educativa y social.
El padre Juan construye el Kinder Liceo San Antonio, luego la Escuela Liceo San Antonio y por último el Instituto San Antonio (que se ubicó donde ahora es el Salón Padre Juan), además de enseñanza bilingüe gratis para la población. De forma casi paralela, Mabel Rowell construye la Escuela Evangélica y el Instituto Evangelico Minas de Oro, con un inglés de alto nivel, educación artística y sobre todo un internado que llegó a atraer estudiantes de todo Honduras, e inclusive de afuera.
También el padre Juan impulsó el sector social, inaugurando cooperativas de ahorro y crédito, consumo, conservación de alimentos, calzado y agrícola en el valle del zapote -iniciativas visionarias para su tiempo, que por diversas razones de sostenibilidad e intereses mezquinos fracasaron-.
Construyó el Centro de Salud San Juan Bautista, en sus principios se ubicó donde estaba el Banco Banadesa; posteriormente colaboró con la construcción del hospital gestionando la venida de monjas franciscanas que dirigían tanto el hospital como kinder, escuela y colegio,
Llevó el primer motor electrico para iluminar el templo, el televisor a blanco y negro, un cine donde exhibía películas los días sábados frente a la iglesia (el otro cine se ubicaba en casa de Modesto Donaire que heredó su hijo Dixie Donaire).
- El Padre Juan es el más representativo y recordado, sin embargo no fue el único de los Jesuitas que estuvo en Minas de Oro;
- Juan Murphy, Guillermo Brennan, Mario Budzinski, Federico Schuller, Jaime O Brien, Eugenio Latta,
James Carney (el padre Guadalupe Carney, que por defensa de causas sociales fue asesinado en Olancho en 1983), - Jose Luis Hebert, Mario Ganey, Felipe Pink y Jorge Prendergast.
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Pero más allá de su carisma, se sabe mucho del padre Newell por el testimonio de quienes fueron beneficiadios de sus cambios durante los 30 años que estuvo en Minas de Oro. En una tarde de café, abordando a una persona nos agregó:
Se dice que el padre Newell invirtió su herencia en la construcción del Kinder, Escuela y Colegio San Antonio,
- Daba becas a casi la mayoría de niños pobres,
- Fundó un Lactario y cuando cuando llegó la peste de la langosta en la década de 1950, trajo mediante Alianza para el Progreso la merienda escolar para todos los niños y las familias de Minas de Oro,
Formó un cuerpo muy bueno de profesores y profesoras que daban sus clases en el Kinder, Escuela y Liceo San Antonio. El alcance de la Escuela fue no solo en Minas de Oro sino de diferentes partes de Honduras, inclusive de Nicaragua. - Al tiempo que trajo el cine, trajo el famoso gramófono (equipo de sonido de aquellos tiempos), colocando parlantes en las torres de la Iglesia, alegrando al pueblo los fines de semana y días de fiesta, lo que también se usaba para comunicar informes al pueblo.
- Trajo infinitas donaciones de ropa, zapatos, tarjetas, regalos para los niños en semana santa y navidad; donaciones de las cuales todo el pueblo disfrutó. Ricos y pobres.
- Monitoreó jovenes y nos ayudó a conseguir becas para colegios o universidades ya fuera en el país o fuera. A él y a las monjas muchas jóvenes le deben su formación y sus oportunidades de abrirse oportunidades fuera de Honduras.
- Se preocupó porque sus alumnos especialmente en secundaria tuvieran la mejor formación en el inglés, de manera que obtuvieran en su mayoría un nivel de 500 a 700 en Toeffel, lo que les acreditaba para estudiar en cualquier institución bilingue; así como para viajar a obtener una maestría o doctorado en un país de habla inglesa.
Quizá uno de sus aportes más significativos fue que gestionó en su congregación nuevos sacerdotes que lo acompañaran en su labor, no solo en el pueblo sino en la diócesis que le correspondía. Así llegó el ameno Padre Mario que murió ahogado en el río Sulaco, haciendo su labor; y el padre Guadalupe Carney, que los jóvenes de esa generación no olvidan pues de forma muy amena desarrolló un proceso formtivo de consciencia social, fundamento que de adultos los llevó a ser beligerantes y abiertos a las transformaciones que el país necesita.
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La salida del Padre Newell de Minas de Oro no es totalmente clara en la tradición oral. Se menciona que estuvo relacionada con la llegada del Teniente Manuel Trejo y su esposa Salomé de Trejo, él llegó a ser maestro y ella directora del Instituto San Antonio. Se menciona que a finales de la década de los 60 debido a las quejas hacia la directora, el padre Juan la despide, lo que le costaría el exilio. Así se lo dijo el sacerdote a Rodolfo Zuniga: “Me voy porque el Capitán Trejo me vino a amenazar que si no me iba me iba a ir muerto, te ruego que guardes el secreto”. Otra versión es que él y el Padre Carney eran los ultimos sacerdotes que quedaban en la Jurisdiccion del departamento de Comayagua, y que por disposicion de la Jerarquia de la Iglesia Catolica de Honduras los Jesuitas solamente estaban designados para el departamento de Yoro por eso fueron trasladados a Sulaco y luego al Progreso; otra versión dice que fue porque se opuso al apropiamiento que el Capitán Trejo estaba haciendo del bosque.
Quizá esta diferencia de criterios perdure por mucho tiempo y será algo de ese velo de misterio que le da condimento a la historia de nuestros pueblos; lo que no le quita el buen sabor que dejó su legado aunque seguro será motivo de diferencias de opinión, especialmente porque siempre ha sido tradición oral y pocas veces versión escrita.
El padre Juan Newell murió el 26 de enero de 1989; justo hace 32 años. Indudablemente un ejemplo de cómo se puede aportar a una comunidad, dejando un legado de ejemplo que futuras generaciones podrán replicar devolviendo parte de su gratitud en acciones que beneficien a su población.
El oficial de apellido Trejo, ya en rango de Mayor fue enjuiciado en 1995 con acusaciones de participar en desapariciones forzadas de estudiante en la década de los 80.
En la foto, cortesía de Cesar Carías:
Los padres Juan T. Newell, Juan C. Murphy y Carlos Prendergast mirando desde el muro de la iglesia un desfile para el día de independencia. Mientras al fondo se ve la gran plaza que incluía donde ahora está la Escuela Liceo San Antonio y el parque central y los niños marchando, curiosamente con una bandera de Honduras y de Estados Unidos.